Paz y Bien, Salvador y gracias por exponernos un caso más de franciscano sencillo y humilde, trabajador manual infatigable a la vez que místico y que sin grandes estudios supo adoctrinar y aconsejar a quienes tenían encomendadas tareas de más “responsabilidad” que las suyas.
Casos así, entre los franciscanos, abundan como las flores del campo. San Francisco supo sembrar bien su semilla.
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Por: Antonio Barrero
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